Yo la quise
Josefina Giglio
Se han escrito varios libros de los llamados de "segunda generación". Se ha arriesgado incluso la invención de una suerte de género: la literatura de “hijos”. Esta novela podría incluirse en esa genealogía –y de algún modo no podrá eludirla– si no fuera porque desborda las nominaciones que la anudarían al contenido. La construcción de voces y miradas no solo es sólida, delicada, potente y compleja. Se atreve a algunos actos subversivos. Por ejemplo el de encarnar la voz de su madre pero no por delegación ni por "ponerse en sus zapatos" sino que compone una lengua materna que se astilla en todas las identidades de una mujer que acomete la tarea de vivir con desesperación, cansancio, erotismo, optimismo, tristeza y ternura. Pero también, con la misma complejidad y pericia, construye la voz de un escritor conocido, la de una niña huérfana, una vecina testiga y tan argentina, unxs abuelxs que no entienden pero aceptan.
Josefina Giglio no es una "hija" que tiene una historia para contar. Es una escritora de largas y exquisitas lecturas que produce una ficción única con materiales autobiográficos.
Josefina debería alargar las alas y permitirnos cobijo a su sombra porque, y a las pruebas me remito, es la mejor de nosotrxs.